¿Cómo podemos hablarles a los niños y a los adolescentes de la muerte?

En nuestros días, la muerte es para nosotros, los adultos, un tema complicado. Nos es difícil hablar de ella, nombrarla y transitarla. Nos cuesta mucho verla como lo que es: parte de la vida y que en cuanto nacemos, hay posibilidades de morir.

Todo lo que rodea a la muerte y sus protocolos (tanatorios, seguros, entierros, etc.) no hace otra cosa que alejarnos de ella aportando frialdad y lejanía al proceso. 

“Una muerte esperada” por proceso de enfermedad, por edad y final de la vida la transitamos de forma muy diferente a una muerte abrupta, inesperada, traumática. La muerte de un hijo sea de la edad que sea, rompe por dentro. El proceso de transición hasta llegar a la aceptación va a ser muy diferente. 

 

¿Qué Herramienta tenemos para afrontar la muerte?

EL DUELO es la herramienta. Para mí, es esencial entender que el proceso de duelo y sus fases son un proceso sano que nos van a ayudar a transformar ese dolor que sentimos en algo diferente. Quizás en amor, quizás en una sonrisa, quizás en recuerdos.

Al igual que cada uno lo transforma en algo diferente, cada uno lo hace en el tiempo que necesita. Quizás dura toda la vida. 

El duelo tiene sus fases (negación, ira, negociación, depresión y aceptación). Lo que lo convierte en un proceso “no sano” es quedarnos estancados en una de las fases del duelo y no poder avanzar. En ese momento es importante pedir ayuda. 

En cada fase de duelo, nos vamos a poner en contacto con emociones que nos resultan de base más desagradables como la impotencia, la rabia, la tristeza. Incluso las sentimos corporalmente. Necesitamos estar apartados, más aislados, quizás de lo que tenemos ganas es de estar en casa en posición fetal y a oscuras en la cama, puede aparecer dolor, inapetencia, etc. 

Es importante permitirnos atravesar estos momentos con todas esas emociones y síntomas corporales para poder continuar y avanzar. 

Niños en duelo

¿Y cuando hay niños y adolescentes?

Se complica para nosotros. No queremos que sufran y nace en nosotros la necesidad de protegerlos.  

Me gustaría hacerte una pregunta: ¿el problema es que sufran o si somos capaces de sostener su dolor y sus emociones? ¿Tenemos miedo a sus preguntas? 

Mi respuesta es que, nos gustaría que no sufrieran y nos es muy complicado sostenerlo, por lo que evitamos hablar de la muerte con ellos. 

Es necesario que lo hagamos, tienen derecho a ser incluidos en el sistema familiar con lo que está ocurriendo. 

Un ejercicio interesante es reflexionar sobre cómo nos han acompañado a nosotros en la infancia y la adolescencia en el tránsito por las emociones más desagradables y, en concreto, en situaciones relacionadas con la muerte y el duelo.  Ahí podemos encontrar muchas respuestas sobre nuestras dificultades y miedos. 

En ocasiones hablamos de la muerte, de las pérdidas con ellos y les decimos: 

  • “se ha ido al cielo”
  • “es una estrella”
  • “se ha ido de viaje”
  • “está entre nosotros”
  • “te va a acompañar siempre”
  • “lo llevas en tu corazón”

Hemos de pensar que los niños viven en su esencia y que, después de estas afirmaciones, pueden preguntarte:

  • “y ¿cómo ha llegado al cielo?
  • “ ¿cómo puedo llegar hasta el cielo?”
  • “¿cuándo volverá de su viaje?”
  • “me dices que está entre nosotros y ¡no lo encuentro!”
  • “¿cómo me va a acompañar?
  • “¿cómo va a caber en mi corazón? ¿cómo va a entrar?

Sin darnos cuenta podemos meternos en un jardín del que cada vez es más complicado salir. 

¿Y si les decimos la verdad? ¿Y si somos sinceros con ellos y esperamos su respuesta? ¿Y si nos preparamos para sostenerlos? Es mucho más fácil. Créeme. 

 

Hablar de la muerte a un niño

Me gustaría dejarte, a continuación, algunos tips para poder acompañar a tus hij@s en un proceso de duelo:

  1. Mira hacia a tu interior y sé consciente de cuál es tu dificultad a la hora de acompañarles. 
  2. Infórmate de cómo transitan el duelo según la etapa evolutiva, qué les preocupa, qué preguntas pueden hacer. 
  3. Teniendo en cuenta el segundo punto, sé sincer@. 
  4. Es importante que sepan que la persona (quien sea o lo que sea) no va a volver. Hasta los 8-9 años aproximadamente no tienen sentido de finitud. Esta idea cuesta de entender, por lo que quizás te parece que lo entienden, pero en función de la edad, van a volver a preguntar. 
  5. En el caso de personas, animales, es importante que entiendan que ha muerto porque su corazón y ninguno de sus órganos vitales funcionan. Por eso, ya no pueden sentir ni física ni emocionalmente. 
  6. Puede surgirte la duda de si está bien que vayan al tanatorio y/o al entierro. Mi respuesta es sí, si no hay mucha emoción en el ambiente. Es decir, el caso de una muerte trágica, de repente, una persona joven, etc. Para que me entiendas, una muerte que “no toca” y que va a despertar desgarro. 

 

Si son más mayores o adolescentes, plantear si quieren ir y respetar su voluntad tanto si quieren ir como si no. 

  1. Utilizar cuentos, películas, documentales a los peques para explicarles. 
  2. No pretendas que lo entiendan todo al momento. Es un proceso. 
  3. Quizás, por su edad, no es posible que entienda la respuesta a su pregunta. Explícale que más adelante lo entenderá mucho mejor. 
  4. Quizás te preparas mucho y encuentras el momento para hablar del tema y cuando se lo planteas, la respuesta es: “ah! Vale” y se va a jugar. No quiere decir que no le importe. En ocasiones, vale la pena esperar a que pregunten.
  5. Si el dolor es tan intenso que nos rompe por dentro, busca una figura de referencia que sí lo pueda acompañar. 
  6. No tengas miedo a mostrar tu vulnerabilidad. Explícale porqué te sientes como te sientes. 

 

Como en otros momentos, los niños y adolescentes necesitan aprender a transitar por situaciones que no son agradables. Lo realmente importante para ellos es cómo les acompañamos y, para hacerlo, es importante que lo podamos sostener nosotros mismos. 

Si no nos es posible, es necesario mirar hacia adentro, darnos cuenta de qué dificultades tenemos y trabajarlo.  

 

Me gustaría acabar este artículo, transmitiéndote que la mejor herramienta que tienes para acompañar a un niño o adolescente en su crianza es el AUTOCONOCIMIENTO. 

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