La gestión emocional es un aprendizaje

“¿Por qué temer a las sombras? 

Donde veas sombra significa que en un lugar cercano la luz resplandece”

Claudio Naranjo

En nuestro día a día, las emociones pueden llegar a controlar nuestra vida, la forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Las emociones pueden controlar nuestras acciones, nuestras decisiones. 

En la actualidad, empezamos a ser conscientes del papel que tienen las emociones y es uno de los motivos por los que intentamos criar a nuestros pequeños desde una inteligencia emocional a través de la crianza consciente, respetuosa o positiva. Y digo “intentamos” porque quizás, nosotros como madres, padres o figuras de referencia no hemos crecido con ese tipo de inteligencia ni con esa sensibilidad hacia las emociones. Aún tenemos grandes dificultades en aceptar nuestras emociones, “leer” qué es lo que nos quieren decir sobre nosotros en nuestro presente y autorregularnos. En esa autorregulación, en la conciencia de nuestras emociones y en la manera de verlas y transitarlas está el secreto para poder enseñar a nuestros hijos esa inteligencia emocional. De la autorregulación a la heterorregulación.

De forma individual, nos cuesta aceptar y transitar las emociones más complicadas como la rabia, la ira o la tristeza. De hecho, no están bien vistas ni aceptadas. Desde muchos ámbitos, recibimos mensajes que nos llevan a creer que podemos “controlar” estas emociones con el fin de encontrar un estado de bienestar permanente y ese mensaje nos aleja de la realidad. Las emociones no se pueden controlar.

Actualmente en España, tenemos un gran problema y es que el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes revela que España encabeza el consumo mundial lícito de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes. Buscamos una solución externa, ya sea química o natural que solucione nuestro malestar emocional y que nos proporcione no sentir, sin darnos cuenta de que es un parche que puede solucionar un determinado momento, época o situación de nuestra vida y que hemos de sumergirnos en nosotros mismos, para poder encontrar causas y soluciones a ese malestar emocional. Con esto, no digo que la medicación u otros remedios no sean necesarios. En algunos casos, sin duda. No obstante, hemos de ser conscientes de que han de ir acompañados de terapia, autoconocimiento y trabajo personal.

¿Qué son las emociones?

Las emociones son una fuente de información para entender lo que nos ocurre con nosotros mismos, nuestros pensamientos y con lo externo ya sea una situación o una persona. La forma en la que “re-accionamos” ante estos elementos nos da información de cómo estamos posicionados emocionalmente, si hay heridas o traumas que nos llevan a actuar desde la rabia (por ejemplo) o nos llevan a apartarnos desde el miedo, quizás. Podríamos decir que las emociones son como una brújula que nos orienta en nuestro territorio, para llegar a un objetivo: nuestro bienestar y paz con nosotros mismos.

Para entender nuestro mundo emocional es imprescindible echarle un ojo a cómo funciona nuestro cerebro. Es el punto de partida.

El sistema límbico o “cerebro emocional” es el encargado de regular las emociones. También tiene un papel muy importante en el aprendizaje y la memoria. 

Tiene un papel fundamental en las respuestas fisiológicas ante ciertos estímulos, a los cuales nos vemos expuestos y que nos provocan emociones como el miedo, la ira o alegría. Por ejemplo, ante una situación que nos provoque miedo nos mantendrá en estado de alerta.

Además, controla el sistema nervioso que, a su vez, está conectado a los diferentes órganos del cuerpo. Lo que explica que ante determinadas emociones se acelere la frecuencia cardíaca, respiratoria o se vea afectado nuestro apetito, por ejemplo. 

Está formado por diferentes estructuras:

  • HIPOTÁLAMO: Se encarga de regular nuestro sistema nervioso autónomo con el endocrino. Además, organiza las conductas más importantes ligadas a la supervivencia como la lucha, la alimentación o la huida. 

  • HIPOCAMPO: Es un área esencial para el buen funcionamiento de nuestra memoria episódica, que nos permite recordar sucesos que hemos vivido en el pasado. Por tanto, configura en parte nuestra personalidad basándose en las experiencias. No solo nos ayuda a evocar recuerdos, sinó también las emociones que sentimos al vivirlos. 

  • AMÍGDALA: Integra las emociones básicas con respuestas fisiológicas y conductuales. Ante un acontecimiento impactante o traumático, decimos que “la amígdala está secuestrada”. Esto es la reacción emocional ante dicho acontecimiento y que puede verse como un bloqueo. 

  • FÓRNIX: Es un elemento clave para la integración y regulación de emociones, memoria y comportamientos.

  • CORTEZA ÓRBITOFRONTAL: Controla o detiene impulsos emocionales provenientes del sistema límbico. Tiene un papel fundamental en las conductas sociales y la toma de decisiones racionales.

Esto es una pequeña parte de las estructuras de nuestro cerebro que intervienen en nuestro mundo emocional. Es mucho más complejo, junto al sistema nervioso y los diferentes órganos de nuestro cuerpo. Es importante verlo, ya que es la explicación de la unión o relación mente-cuerpo.

¿Cómo podemos vivir nuestras emociones de forma sana desde la mirada de la Gestalt?

Convivimos con las emociones constantemente y no las podemos controlar. Si no las dejamos pasar, nos conectan con nuestras necesidades y nos dan mucha información sobre cómo nos sentimos en el momento presente.

Dado que en ocasiones no podemos o no nos permitimos conectar con ellas, las apartamos sin darnos cuenta de que siguen ahí y que, en algún momento volverán de forma mucho más intensa como por ejemplo en forma de explosión (ira). 

Para vivir nuestras emociones de forma sana es importante:

  • Reconocerlas y conectar con ellas. 
  • Darles espacio.
  • Aceptarlas y validarlas.
  • Sostenerlas.
  • Darles su tiempo para que bajen su intensidad.
  • Permitirnos ver qué hay detrás de esas emociones.
  • Gestionarlas.

Nuestras emociones están muy ligadas a nuestros pensamientos y que ambos tienen velocidades diferentes. Tenemos miles de pensamientos a lo largo del día y pasan de forma muy rápida (en ocasiones sin darnos cuenta). Muchos de esos pensamientos van a generar emociones que van a aparecer, van a durar un tiempo determinado y van a bajar su intensidad. Como una rabieta en un peque. Hemos de ser conscientes de este proceso, para permitirnos transitarlas y no luchar contra ellas. 

Permitir que las emociones nos conecten a nuestras necesidades va a tener como consecuencia que cojamos el timón de nuestra vida. De otra forma, es como si un barco fuera a la deriva. 

Aquí toma relevancia un elemento fundamental en la gestión emocional que es el cuerpo. Todas las emociones se manifiestan en él en forma de sensaciones físicas. Es importante ver en qué parte de nuestro cuerpo se manifiestan y cómo.

“Nuestro cuerpo habla”

En terapia Gestalt, a través de reconocer lo que nos dice esa emoción en el cuerpo podemos ir hasta el origen de la emoción, hasta la herida que puede generarla.

Para sostener una emoción es importante aceptarla sin juicio y sin querer cambiarla. Podemos intensificarla muchísimo o podemos apartarla. En ambos casos lo que vamos a conseguir es bloquear esa emoción y no poder conectar con lo que necesitamos.

La gestión de la emoción me permite completar el proceso, nutrirme de lo experimentado, completar mi ciclo de necesidad y volver a equilibrarme, a nivel interno y con el medio. 

En terapia Gestalt es importante: 

  • La responsabilidad de lo que sientes.
  • El aquí y ahora de tu estado emocional. 
  • La conexión cuerpo mente.
  • El darte cuenta o conciencia.

Abordar todos estos puntos requiere de terapia, autoconocimiento que tienen como resultado grandes aprendizajes. Sea cual sea la etapa en la que estés viviendo.

El Mindfulness, meditación o yoga son tres disciplinas en las que se llevan a cabo los puntos anteriormente mencionados. 

Son disciplinas en las que cuerpo y mente trabajan muy unidos, con las que aprendemos a no juzgarnos, nos permiten estar como nos sentimos en el presente y validarlo. Nos permiten conectar con la emoción para reconocer lo que necesitamos y con la práctica, modifican físicamente a nuestro cerebro para que así sea. 

El mensaje que te quiero transmitir es que la gestión emocional es vital y que es todo un aprendizaje en cualquier ámbito de tu vida.

Por último, si necesitas ayuda para gestionar tus emociones, aprovecha la sesión de este mes en nuestro grupo de crecimiento personal, en el que hablaremos de herramientas de gestión emocional.

Te mando un abrazo. 

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